Transformers: La guerra de los combinadores

París, década de 1920. La pintora Tamara de Lempicka es una de las artistas más destacadas de la capital. Mujer con talento y carácter, liberal y abiertamente bisexual, pasa sus noches en los famosos cabarets de los locos años veinte, en busca de inspiración, compradores, modelos o amores de una noche. Estas noches de excesos acaban en frecuentes discusiones con su esposo Tadeusz, quien le reprocha que no cuida de su hija Kizette. Pero Tamara no tiene intención de cambiar, especialmente porque es el dinero de sus pinturas lo que mantiene a la familia. Virginie Greiner y Daphné...

¡A todo color! Después de que Son Goku, Son Gohan y sus compañeros lograran salvar a la Tierra de la amenaza diabólica de Cell, la gente pudo volver a vivir en paz. No obstante, cuando la paz pasa a ser una constante, siempre empiezan a aparecer auténticos necios. Así son los seres humanos. Han pasado varios años desde la batalla contra Cell. Y nos encontramos en una tranquila ciudad llamada "Satán City". Cambiaron el nombre a la ciudad en honor a míster Satán, ilustre residente de la misma, de quien todos creen que fue el salvador del mundo, aunque en realidad no fuera así...

¡¿La mayor debilidad de Koro-sensei es el agua?! Los estudiantes de la Clase E esperan una oportunidad para ejecutar el “aquasinato”, pero un traidor interfiere. ¡“Aquellos dos” serán los encargados de inmiscuirlo! Por otro lado, ¡los exámenes finales se acercan! La Clase A, de nivel académico excelente, reta a la Clase E y hacen una feroz apuesta.

Adentrarse en el laberinto de la memoria de Marcel Proust es iniciar un viaje maravilloso que culmina con el sabor de una magdalena. Los recuerdos de un narrador anónimo, con fuertes reminiscencias del propio autor, se enlazan hasta formar una red de emociones que consigue frenar el efecto destructor del tiempo y recuperar la felicidad del pasado a través de la memoria. A fin de cuentas, tal como afirmaba el propio autor, los verdaderos paraísos son los paraísos perdidos. "Me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante...