La bahía de la luna verde

A pesar de haber participado en las misiones más peligrosas, Kyle Landis no estaba preparado para verse convertido en padre. Pero cuando Phoebe Slater le contó que la niña que tenía a su cargo era hija suya, no encontró razones para dudar de ella. Dado que un Landis jamás eludía sus responsabilidades y pensaba que la familia era lo primero, casarse era la única salida. Pero una vez dicho el "sí, quiero", ¿estaría Phoebe dispuesta a ser la esposa de aquel comandante de aviación en todos los aspectos que Kyle había imaginado?

Anna queda fascinada al ver por primera vez a la austeramente bella Eva y hace todo lo posible para conocerla. Las dos artistas entran en un juego intimo más rápido de lo imaginado, aunque para Eva es la primera experiencia con una mujer. Pero, ¿Eva quiere envolverse con una mujer? ¿Y podrá Anna sobrellevar el pasado que Eva le confía? Una historia de identidad sexual y autentica feminidad.

Aquella chica gordita y tímida del instituto de Lynwood se había marchado a la gran ciudad después de la graduación... y volvió diez años más tarde convertida en una estilizada y elegante madre soltera. Todo el pueblo se había quedado boquiabierto con la transformación de Trish Bradley, pero a ella solo le preocupaba la reacción de un hombre... Nunca podría olvidar el baile de graduación en el que había entregado su inocencia al guapísimo y popular Jack Krieger. Poco después había descubierto que él solo había estado con ella para ganar una apuesta... y, además, la había...

Nadie más ve los monstruos que yo veo. Y ahora tres de ellos quieren casarse conmigo. Asesinar monstruos no paga las cuentas. Nadie sabe que los protejo de las cosas que se aparecen por las noches. Así que, por las noches, soy una cazadora. Durante el día, me arrastró hacia la oficina para ganarme la vida. Todo estaba bien, aparte de las bestias y demonios, hasta que aparecieron. Tres hombres sexys que dicen ser Señores de los Silfos, Guardianes de la nueva Reina... yo. Dicen que soy su compañera predestinada. Sí, yo tampoco me creía toda esa mierda. Pero no puedo negar que la...