El Hombre de Ojos Verdes

Es una historia que permite desentrañar la ruptura del tejido humano que estalla por un desastre provocado por una bengala que incendia un local de baile. Alejo Piovano trata de ir por el entorno aparentemente periférico que rodea al hecho. El respeto a los muertos y condenados obliga a su autor a la prudencia, sin dejar de denunciar el conformismo y la desidia que lo produce. En forma de pequeñas o prologadas historias el autor realiza un mural de entretejidos corales donde conviven los diferentes personajes unidos por un solo hecho. Su lenguaje sagaz, sugiere más que detalla, y hace al...

Oh, my father! cried Miss Eldridge, tenderly taking his hand, "be not anxious on that account; for daily are my prayers offered to heaven that our lives may terminate at the same instant, and one grave receive us both; for why should I live when deprived of my only friend."

Blythe, la fiel y devota compañera unicornio de toda la vida de Lorewyn, ha permanecido fielmente al lado de la doncella elfa desde el principio de sus días en Nueva Sylestia hasta ahora, viajando con ella en una especie de existencia inmortal post-cordisiense. Ha sido la conciencia de Lorewyn, su protectora, su leal corcel, su consoladora, su consejera y su querida amiga. Pero ahora, por un extraño y trágico percance durante el paso de un reino a otro, Blythe experimenta una horrible pérdida de memoria, que ni siquiera Lorewyn, con su grado de poder, puede reparar. Incapaz de recordar...

Donde hubo fuego siempre quedan cenizas... Y mucho que decir. Jacob Alexander Townend-Kenworthy, duque de Wroxham, lleva una vida aparentemente tranquila entre Londres y Waltham Abbey, el lugar donde nació y está la casa familiar. Es un hombre que no hace excesos y tiene todo controlado, excepto cuando se trata de la dulce y amable belleza que un día fue su esposa. Meriel Woodrow, hija de los duques de Elderbrook, se enamoró de Wroxham cuando era una inocente joven. Sin embargo, una flagrante mentira le destrozó el corazón y la obligó a abandonarlo. Tres años después, el destino, a...