Cuentos Locos

Un príncipe a su servicio Linda Turner Cuando la periodista Eliza Windmere descubrió que el príncipe desaparecido estaba vivo, se sintió obligada a ayudar a la familia real a encontrarlo... aunque eso significara aunar esfuerzos con Lorenzo Sebastiani, un duque increíblemente atractivo. Lorenzo era el siguiente en la sucesión al trono... y el último hombre de quien Eliza debería enamorarse. Escoltando a una princesa Marilyn Pappano La misión de Tyler Ramsey era seguir el rastro del príncipe de Montebello en Montana, no proteger a una princesa mimada. Pero cuando Anna Sebastiani...

Claudia Bertucci era una artista de la manicura, nacida en Brooklyn y que jamás había puesto un pie fuera de Nueva York. Pero de repente se vio obligada a esconderse de la mafia, y qué mejor sitió que una tranquila granja en el lejano Wisconsin, que además era propiedad de Ross Evans, un agente del FBI. Podía soportar el olor de las vacas, levantarse antes del amanecer, incluso prescindir de los cafés capuchinos... Pero resistirse al deseo que despertaba en ella su atractivo anfitrión, quizás acabara por obligarla a volver a Nueva York...

Un acontecimiento como la reciente y estremecedora erupción del volcán Cumbre Vieja de la isla de la Palma moviliza todos los recursos del genial escritor canario, que en esta sorprendente novela expone el extraordinario carácter de los habitantes de este enclave singular. Para ello aprovecha la inteligente mirada de un perro callejero que con lógica aplastante no deja de asombrarse de los surrealistas comportamientos del ser humano. Alberto Vázquez-Figueroa, como tantas otras veces, denuncia la injusticia de la mala gestión de recursos vitales como el agua y los abusos de poder,...

Una historia que te llevara a conocer lo imposible, descubrirás que no solo es cuestión de imaginación. En estos cuentos verás lo que realmente hay dentro de una taza de café instantáneo o de un paquete con porte pagado. Los personajes que aquí habitan pueden traspasar una realidad adversa simplemente colocándose como ficha en un tablero de ajedrez o mascando cientos de chicles sabor canela. No comiences a leer este libro por el final, a menos de que tú también seas un ser imaginario.