Secretamente tuya
Volé hacia el escritorio [...]. Me senté en el sillón de cuero. Crucé las piernas, las descrucé, las abrí un poco, las cerré, me puse de perfil, de tres cuartos. Buscaba mi mejor ángulo para ofrecer toda mi belleza. Mejor parada, pensé, y corrí hacia una esquina [...]. Pero algo me hizo trastabillar en el camino y estuve a punto de irme de bruces.