Apasionadamente mía

Había nacido así: con fuego erótico en sus venas. ¿Podía hacérsele responsable? ¿Qué culpa tenía ella de que los hombres acabaran siempre rindiéndose ante aquella increíble, fabulosa fogarada que era su cuerpo...?

Venganza. Ese ha sido el sustento de mi vida desde hace más de un siglo. Algunos se atreverán a decir que es una manera absurda de malgastar la eternidad; pero claro, no han sido ellos quienes han perdido todo lo que han amado. Sí, mi vida es solitaria y peligrosa. Pero yo no la elegí. Un hombre cometió el error de marcar mi destino, pero él lamentará su error. Yo me encargaré de que así sea. Mi nombre es Dave Blackwood y esta es mi historia. Este es el primer libro de la serie “Blackwood”. Contiene la historia de Dave y sus amigos, quienes han unido fuerzas para perseguir al...

Excerpt from El Doctor Bebe Novela Detras, empujado por la policia a culatazos, y en veces con el plan del machete, el pueblo so berano chiflaba cosas soeces. Largo, metido en mas de un palmo dentro de su cuello almidonado, las melenas Iacias y acei tosas destilando caspa sobre las hombreras, un cronista de salon tomaba notas sobre la pared. About the Publisher Forgotten Books publishes hundreds of thousands of rare and classic books. Find more at www.forgottenbooks.com This book is a reproduction of an important historical work. Forgotten Books uses state-of-the-art technology to digitally...

Brady Randell siempre había sido un rebelde. Incluso estando de baja de las Fuerzas Aéreas tras un accidente de avión, su presencia en el rancho Randell no dejaba de ser problemática. Pero nada más llegar la encantadora Lindsey Stafford apareció un destello de interés en los ojos del testarudo piloto.La llegada al rancho de la inocente Lindsey iba a conmocionar la vida de la familia Randell, porque ella conocía secretos que podrían destruirlos.Brady se dio cuenta de que debía luchar. Pero esa vez no sería por su país, sino por la mujer que le había robado el corazón.

«La reina me pareció atractiva. Irradiaba majestuosidad; pensé que aunque hubiera ocupado un lugar anónimo en el teatro su porte la delataría. Confieso que yo la miraba con cierta predisposición morbosa. ¡Se decían tantas cosas de la reina! La prensa había comentado en distintas ocasionas la falta de armonía entre la pareja real. De vez en cuando, y con disimulo, volvía mi cabeza hacia el palco real y con la protección y ayuda de los gemelos observaba a doña Isabel. Así pude ver cómo en sus ojos, de un intenso azul, se reflejaba la emoción.» Una persona anónima que comparte...